La Quiniela del Alma
En la quiniela del alma, se juega el destino,
con cada número, con cada suspiro divino.
La suerte se esconde entre los dedos que apuestan,
y el corazón, en silencio, su fe manifiesta.
Tres opciones frente a mí, tres caminos posibles,
victoria, empate, derrota, como sueños sensibles.
Apostar es arriesgar, sin saber qué vendrá,
el viento susurra, pero nadie lo oirá.
Un gol de esperanza podría cambiar el día,
un empate silente, refleja la melancolía,
y la derrota es amarga, pero también aprendizaje,
en la quiniela del alma, todo es un viaje.
Cada partido, cada paso, es incierto y lejano,
como las decisiones, tomadas en un grito vano.
Pero en cada acierto, en cada error cometido,
hay una lección que se lleva el olvido.
El tablero de la vida, trazado de emociones,
se llena de casillas, de sueños y pasiones.
La quiniela del alma, no es solo azar,
es un reflejo de nuestro temblor al caminar.
Así, apuesto mi ser, sin saber qué sucederá,
en esta quiniela que al fin, me enseñará
que más allá de victorias, derrotas o empates,
es el juego de vivir, lo que al final nos abate.