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Tuco: "Oye, digamos cada uno su mitad, eh?"

Rubio: "¿Y por qué no?"

Tuco: "Bueno, empieza tú."

Rubio: "Yo creo que... que es mejor que empieces tú."

Tuco: "De acuerdo. El nombre del cementerio es... es... es... ¡Sad Hill! ¡Y ahora te toca a tí! ¡Anda, dí!"

Rubio: "El nombre de la tumba es... Arch Stanton."

Tuco: "¿Queeeé? ¿Arch... Arch Stanton? ¿Estás seguro?"

Rubio: "Sí, seguro que sí."

Pero el Hombre Sin Nombre guardaba aún para sí el secreto de la tumba que escondía en realidad el Oro, mientras Tuco escapaba más tarde en solitario en busca de la preciada fortuna. Al son de la magistral partitura de Ennio Morricone, Tuco danzaba raudo entre las tumbas atrapado irremisiblemente en

El Éxtasis del Oro: https://youtu.be/MDMYocxmshY

El juego de la quiniela no es puramente de azar. Desde el momento en que existen unos resultados más probables que otros, se abre un amplio horizonte para la estrategia en el que las matemáticas tienen mucho que decir. Con nuevos procedimientos de análisis aplicados a los datos estadísticos de las últimas doce temporadas, diseñamos nuestra estrategia encaminada hacia la consecución de premios importantes. Existen ciertos patrones que se repiten un limitado número de veces cada temporada en algunas quinielas millonarias. Nuestro objetivo se orienta hacia esas jornadas en las que aparecen dichos patrones, de manera que cuando surjan, estemos en las mejores condiciones para optar a sustanciosos premios. Evidentemente, no podemos saber cuándo aparecerán, por lo que la estrategia implica permanecer muchas semanas con escasos aciertos y ningún premio. Por otra parte, además, en la jornada en que se cumplan las condiciones establecidas tampoco está asegurado el premio, pues con una inversión limitada es necesario ceñirse a un pronóstico que elimine algunos signos y aplicar además algoritmos reductores. Esto disminuye por un lado las probabilidades de acierto, pero por otro optimiza la relación entre la garantía del sistema y el coste de jugar. La tasa de éxito no se mide en cada jornada, sino al final de la temporada.

En el campo de la probabilidad, el éxito nunca está asegurado,

pero sí la ilusión en cada jornada.